Yo, que era de las que decían "el orgullo siempre va antes que los hombres" y "las que se conforman como segunda opción, son estúpidas", me estoy conformando con ver a un hombre que va a ser papá cuando se le da su gana, simplemente porque lo quiere como nunca antes había querido a alguien.
No lo hago porque tengo la esperanza de que ande conmigo.
No lo hago porque estoy urgida.
Lo hago porque lo quiero, lo hago porque el simple hecho de verlo me da paz interior.
Porque, a pesar de que se que nunca seré tomada en serio, se conforma con tener esas pequeñas sobras de cariño que desee tener todos estos años.
Porque, a pesar de que se que nunca seré tomada en serio, se conforma con tener esas pequeñas sobras de cariño que desee tener todos estos años.
Porque han sido años de espera. Años de pensar que el me había olvidado -posiblemente ya lo hizo, pero no me interesa-. Años de continua tortura, en donde cada noche de mi puta vida, me arrepentía de no haberle dicho todo lo que sentía desde hace mucho. Años en donde me arrepentía que mi orgullo fuera tan estúpido como para aceptar verlo partir, a pesar de que yo sabía que él era la persona mas importante de mi vida. Eramos niños? Claro que si, y a pesar de eso estoy convencida que yo lo quería más de lo que creía. Lo subestimé tantos años, lo negaba mucho tiempo; pero cuando vi que ya no lo tenía me sentí mal, y aun así no hice nada para recuperarlo.
Pero ahora, el me quiere. Y si no me quiere, lo aparenta muy bien.
Y yo lo quiero más. Lo suficiente como para olvidarme de todo mi pudor cuando me dice "mi novia me espera" y yo mande todo a la verga y lo bese como si no lo fuera a volver a ver. Lo suficiente como para aceptar verlo a escondidas. Lo suficiente como para aceptar las llamadas que le hace su mujer cuando él está conmigo, y cuando ella le pregunte donde está él le conteste "con un amigo". Lo suficiente como para que me valga un carajo el bebé que va a tener, la novia que tiene, el departamento que comparten, la cama que comparten, los besos, caricias y canciones. Lo quiero lo suficiente como para ser la tercera las veces que el me lo pida.
Lo quiero lo suficiente para aceptar ser lo que más he odiado. Lo que más he criticado. Aceptarlo a él y a su actitud de patán.
Lo quiero, lo quiero, lo quiero, lo quiero. Lo quiero tanto que me enferma. Lo quiero tanto que me estresa. Lo pienso tanto que me obsesiona. Lo deseo tanto que me duele no poder decírselo a nadie.
Lo quiero tanto que me duele no poder amarlo... Pero lo quiero, y si esta es la única forma de quererlo, no me importa nada.